abril 25, 2024

Un salto de gigante en la inocuidad de los alimentos

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Corría el año 1969. Se estaban perfeccionando los planes finales para viajar a la luna. En la lista de comprobación figuraba cómo mantener la inocuidad de los alimentos de los astronautas durante un viaje espacial. En los años 60, las enfermedades transmitidas por los alimentos en los Estados Unidos de América y, de hecho, en todo el mundo no eran algo excepcional.

Por lo que, en los años anteriores al lanzamiento, la NASA trabajó con la empresa Pillsbury Company y los laboratorios del ejército de los Estados Unidos de América para garantizar que los astronautas, orbitando en el espacio, no enfermaran a causa de los alimentos preparados para el viaje, una situación que podría resultar perjudicial para la misión y la seguridad de los astronautas. El equipo aplicó a la inocuidad de los alimentos un enfoque similar al de las comprobaciones de fiabilidad en ingeniería, es decir, comprobando los puntos débiles del sistema.

Los alimentos pueden volverse nocivos debido a una serie de “peligros” que pueden ser biológicos, químicos o físicos, pero que, en última instancia, hacen que los alimentos no sean inocuos para el consumo humano. Si se evalúan los peligros y se sabe dónde están los puntos críticos de control, es decir, los posibles puntos débiles, se pueden prevenir los problemas. Antes de aplicar este enfoque, únicamente se identificaban los problemas en el producto acabado, a veces solo cuando este llegaba al consumidor, quien a menudo sufría las consecuencias.

Este cambio de enfoque, centrado en la prevención, supuso un cambio importante de pensamiento y en la industria, un cambio que, al igual que los viajes espaciales, ha perdurado.

Durante este período, otro organismo se centró más en los habitantes de la Tierra y en hacer que estas normas fueran internacionales por el bien de todas las personas del planeta, no solo en el espacio. Reunida en Ginebra (Suiza), la Comisión Mixta FAO/OMS del Codex Alimentarius aprobó un “código alimentario” que constituiría la piedra angular de todas las normas alimentarias relacionadas con la higiene durante los siguientes 50 años.

Este organismo tenía como objetivo que todos los operadores de empresas de alimentos, ya fueran enormes instalaciones industriales de elaboración de alimentos o un vendedor ambulante, aplicaran una manera sistémica de evitar, controlar y eliminar la contaminación de los alimentos para que las personas no enfermaran. La reunión dio lugar a la creación de los Principios Generales de Higiene de los Alimentos, un documento establecido para lograr precisamente esto.

Este código abarca la cadena alimentaria desde la producción hasta el consumidor y establece las condiciones de higiene necesarias para producir alimentos inocuos y aptos para el consumo. Asimismo, recomienda aplicar el enfoque del Análisis de peligros y de puntos críticos de control (HACCP) a la inocuidad alimentaria. Este sistema preventivo basado en datos científicos determina y evalúa los peligros importantes para la inocuidad de los alimentos y aplica medidas para su control. El HACCP se utiliza en todo el mundo actualmente y este mes ha adquirido importancia y prominencia en el código.

Los operadores de empresas de alimentos necesitan conocer y entender los peligros asociados a los alimentos que producen, transportan, almacenan y comercializan de forma que puedan tomar medidas para controlarlos y garantizar que sus productos son inocuos y adecuados para los consumidores.

La Comisión del Codex Alimentarius también proporciona un gran conjunto de normas para productos básicos (actualmente 224) sobre todo tipo de alimentos, desde los cócteles de frutas en conserva hasta la salsa picante de mango. Cada producto cuenta con un conjunto de normas a las que se debe atener, pero todos ellos están sujetos a los Principios Generales de Higiene de los Alimentos en lo relativo a garantizar su inocuidad para los consumidores.

Las buenas prácticas de higiene personal en la fabricación de alimentos han sido la base de esta labor desde los años 60. Si se cumplen las normas de higiene correctamente, los virus o microbios nocivos para las personas no se deberían propagar a través de las prácticas de procesamiento de alimentos. Por ejemplo, cuando comenzó la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), los operadores de las empresas de alimentos que seguían los Principios Generales de Higiene de los Alimentos y aplicaban buenas prácticas de fabricación ya contaban con el tipo de cultura de la inocuidad alimentaria necesaria para evitar la propagación de virus en sus instalaciones o locales.

Este mes la Comisión del Codex Alimentarius actualizó el código alimentario con información más exhaustiva sobre contaminantes químicos y ahora incluye una orientación más profunda sobre la gestión de alérgenos. Puesto que las alergias son un problema que preocupa cada vez más a nivel mundial, el Codex intensificará su labor en este ámbito y reforzará sus requisitos de etiquetado de los alimentos conexos.

Otra actualización importante, que incluso puede ayudar a abordar problemas de escasez de agua, es que ahora el código diferencia entre niveles de calidad del agua aceptables según su uso previsto. No todo el uso de agua, como el riego de cultivos, por ejemplo, requiere agua potable. En algunos casos, como este, emplear agua limpia es suficiente. Esta distinción puede reducir la presión sobre el agua potable y aportar amplios beneficios para ahorrar este recurso natural cada vez más escaso.

Gracias al enfoque visionario del Codex en aquellos primeros años, el conocimiento científico sobre cómo preparar y manipular de manera inocua los alimentos se transformó en normas que las autoridades de reglamentación y la industria alimentaria todavía utilizan en la actualidad para seguir y mejorar continuamente la higiene de los alimentos.

Existe un único principio básico: si no es inocuo, no es alimento. La próxima vez que usted vaya a su cafetería o restaurante local, o incluso compre alimentos en la tienda de su barrio, recuerde que esas normas alimentarias se han establecido para evitar que enferme. Este es el objetivo del Codex: garantizar alimentos inocuos para todas las personas en todo el planeta, incluso para quienes orbitan a su alrededor.

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