13 de octubre de 2025

La flor del desierto que podría cambiar la agricultura: científicos buscan copiar su resistencia al calor y la sequía

La flor del desierto que podría cambiar la agricultura científicos buscan copiar su resistencia al calor y la sequía

En el desierto de Atacama, donde el sol quema la tierra y las lluvias son tan escasas que pueden pasar años sin caer una gota, florece una planta que desafía toda lógica. Es pequeña, de pétalos fucsia intenso y capaz de transformar la aridez en un tapiz de color.

Se llama Cistanthe longiscapa, aunque en Chile todos la conocen como “pata de guanaco”, y hoy se ha convertido en el eje de una investigación que podría revolucionar la biotecnología agrícola y las técnicas de producción de alimentos en el futuro.

Científicos de la Universidad Andrés Bello de Chile trabajan para entender los mecanismos genéticos que le permiten a esta flor sobrevivir sin agua, soportar temperaturas extremas y, aun así, completar su ciclo de vida en uno de los ambientes más hostiles del planeta. Su meta es ambiciosa: transferir esa resistencia a cultivos agrícolas y desarrollar variedades que prosperen bajo condiciones de sequía cada vez más frecuentes por efecto del cambio climático.

Este tipo de estudios representa un salto clave hacia una agricultura más sostenible, eficiente y adaptada a los nuevos escenarios climáticos. Los científicos creen que el conocimiento contenido en los genes de esta planta podría aplicarse a especies básicas de la dieta mundial como el trigo, el maíz o la soja, cuyas producciones ya sufren los impactos del estrés hídrico y las olas de calor.

Del desierto más árido a los campos del futuro

El doctor Ariel Orellana, director del Centro de Biotecnología Vegetal de la Universidad Andrés Bello, lidera el equipo que está secuenciando el genoma de la pata de guanaco. Según el investigador, «comprender el genoma de esta planta nos permitirá identificar los genes que se activan bajo estrés hídrico y aplicarlos en cultivos agrícolas”.

desierto

La idea es sencilla en teoría, pero compleja en práctica: aislar los genes que le permiten sobrevivir al desierto y transferirlos, mediante técnicas biotecnológicas, a especies cultivadas. Si lo logran, el impacto podría ser enorme: los cultivos podrían mantener su productividad con menos agua, resistir temperaturas más altas y adaptarse mejor a entornos áridos o salinos.

El fenómeno no es menor: según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), Chile está entre los países con mayor estrés hídrico del planeta, y se prevé que para 2050 su fértil valle central —clave para la producción de frutas, vinos y hortalizas— enfrente sequías extremas. En este contexto, la investigación no solo busca proteger una especie del desierto, sino garantizar la seguridad alimentaria del futuro.

La Cistanthe longiscapa tiene un mecanismo único para conservar agua, alternando entre dos tipos de fotosíntesis: cuando el calor es extremo abre los poros de sus hojas solo durante la noche para evitar la pérdida de agua pero cuando las condiciones mejoran, cambia a la fotosíntesis tradicional.

Este “doble sistema energético” le da una flexibilidad metabólica que la mayoría de las especies agrícolas no posee. Si los científicos logran reproducir este comportamiento en cultivos como la soja o el maíz, podrían mantener su actividad fotosintética incluso en los momentos más secos del año, reduciendo pérdidas y estabilizando los rendimientos.

¿Cómo logra producir suficiente alimento en condiciones extremas?

El estudio de esta planta, que florece solo cuando se dan lluvias excepcionales y tapiza de color el desierto en el fenómeno conocido como “desierto florido”, podría ofrecer respuestas biológicas aplicables en todo el mundo. Allí donde los sistemas agrícolas dependen de lluvias cada vez más erráticas, una planta que sobrevive en Atacama puede convertirse en el modelo de la agricultura del futuro.

pata

Los investigadores trabajan con tecnologías de secuenciación genética de última generación para analizar qué genes se activan durante el estrés hídrico, el exceso de radiación solar o la salinidad del suelo. Cada uno de estos factores, presentes en el desierto, es también un obstáculo creciente para la agricultura global.

El desierto de Atacama y las estrategias de supervivencia

En promedio, algunas zonas de este desierto no registran más de un milímetro de lluvia al año, y sin embargo, cada cierto tiempo, un episodio de lluvias breves hace germinar miles de semillas dormidas durante años. En cuestión de días, el paisaje se transforma en un tapiz de flores, entre ellas, la pata de guanaco.

Ese fenómeno no solo es un espectáculo natural, sino también una demostración de resiliencia biológica. Comprender cómo la planta detecta la humedad y activa sus mecanismos de germinación podría tener aplicaciones directas en la mejora de semillas agrícolas: variedades que se “despierten” y crezcan solo cuando las condiciones sean óptimas, reduciendo el desperdicio de recursos.

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