El año 2023 cerró con un hito para las agroexportaciones peruanas, alcanzando la impresionante cifra de US$ 10.545 millones. Desde el Gobierno, este logro se ha celebrado como un indicador positivo en medio de la coyuntura desafiante que vive el país. Sin embargo, tras la fachada de cifras récord, se esconde una realidad más sombría que está afectando profundamente al sector agrícola.
Jim Ruiz, CEO y fundador de Agrícola Nuestra Tierra, advierte que las cifras, aunque correctas, son engañosas. El aumento en los precios se atribuye a las bajísimas producciones en diversas regiones, donde muchos productores han experimentado cosechas escasas o nulas. Este fenómeno no solo impacta las estadísticas de exportación, sino que sumerge a los agricultores en una dura realidad. La falta de cosechas se traduce en menos ingresos, disminución de empleo en la cosecha y el empaque, así como efectos negativos en la cadena logística, desde la venta de cartón hasta el transporte.
Las implicaciones sociales de esta situación son profundas. La menor cantidad de ingresos afecta directamente la calidad de vida de los agricultores, mientras que la disminución de empleo en el sector agrícola se extiende a otras áreas, generando un efecto dominó en la economía local. Jim Ruiz enfatiza la necesidad de que el gobierno reconozca estos matices oscuros y brinde apoyo al sector agroindustrial. Advierte que centrarse exclusivamente en las cifras de exportación sin abordar las dificultades a nivel local puede tener consecuencias devastadoras.
En resumen, el éxito aparente de las agroexportaciones peruanas en 2023 esconde una realidad más compleja. Es esencial mirar más allá de las cifras para comprender los desafíos que enfrenta el sector agrícola y tomar medidas concretas para abordar las implicaciones sociales de esta situación.
