América Latina es una de las regiones más ricas en recursos hídricos, pero a la vez buena parte de su población enfrenta la escasez de agua y la vulnerabilidad ante el cambio climático. Sin embargo, las iniciativas recientes, impulsadas por la cooperación regional, la innovación tecnológica y un fuerte sentido de la responsabilidad social, están redefiniendo la estrategia de conservación y uso eficiente de este recurso.
Cada vez son más los gobiernos que le dan prioridad al tema a través de herramientas políticas a favor de la conservación. Un ejemplo es la Hoja de Ruta hacia una Economía Circular en Agua Potable y Saneamiento a 2030 en Perú. Desde julio de 2024, mediante el DS 007-2024-VIVIENDA, nuestro país se posiciona como pionero regional en cuanto al aspecto normativo.
En ese sentido, la aprobación de la Hoja de Ruta busca una estrategia para transformar el modelo lineal de uso del agua, priorizando la recuperación de fuentes y fomentando el reúso de aguas residuales tratadas para fines no potables, como el riego o la industria.
Este enfoque integral resulta crucial, sobre todo si tenemos en cuenta que la depuración y reutilización de aguas residuales representa un gran reto de infraestructura en el país.

Cifras peruanas
América del Sur es la región del mundo que cuenta con la mayor cantidad de agua dulce en el mundo, con un total del 20.9% global. El Perú, por su parte, tiene el privilegio de contar con 1.89 % de la disponibilidad total de agua dulce. Como se sabe, la escasez hídrica golpea a casi el 40% de la población mundial, realidad que nos obliga a cuidar y administrar el agua con equidad.
Siguiendo las cifras, el Perú dispone de tres vertientes en su territorio. Sin embargo, la vertiente del Pacífico –donde reside el 66 % de la población— solo cuenta con una disponibilidad de 2.2% de acceso al agua.
La geografía ha determinado la existencia de 159 cuencas hidrográficas en nuestro territorio, cada una de ellas con singularidades y necesidades de gestión de recursos hídricos. El ente rector del Sistema Nacional de Recursos Hídricos (SNGRH) es la Autoridad Nacional del Agua (ANA) que desarrolla sus políticas en coordinación con seis ministerios (MVCS, Minam, Midagri, Minem, Minsa y Produce) así como con los gobiernos regionales y gobiernos locales, dentro del marco de la política y estrategia nacional de recursos hídricos.
De acuerdo con el Observatorio Nacional de Recursos Hídricos de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), el total de la oferta del recurso hídrico a nivel nacional es de 2’484,078 hm³ /año para los usos establecidos en la Ley N.° 29338.
Este total abastece a todas las actividades productivas existentes como agricultura, minería, industria, ganadería, entre otros, los cuales comprenden el uso productivo.
Recurso para cuidar
A nivel de cuencas, los Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos Hídricos (Merese-Hídricos) en Perú están ganando terreno. Estas iniciativas financian acciones de conservación y reforestación en la parte alta de las cuencas a través de acuerdos voluntarios entre las poblaciones que conservan y las que se benefician del agua (poblaciones y empresas de la parte baja).
Un ejemplo de los Merese-Hídricos es el pago de un porcentaje mínimo en la tarifa del agua por parte de empresas prestadoras de servicios de saneamiento a diversas comunidades para que estas realicen reforestación o manejo de fuentes de agua. Las acciones financiadas incluyen zanjas de infiltración, reforestación con especies nativas y protección de bofedales para mejorar la calidad y cantidad de agua.
Según la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass), 49 empresas prestadoras de todo el país incluyen en sus tarifas un fondo destinado a la ejecución de los Merese. Gracias a estos recursos, se financian proyectos y actividades orientadas a la protección y recuperación de ecosistemas clave para el abastecimiento de agua potable en diversas ciudades del país.
Tecnología de ahorro
Señalada como una de las industrias que más agua consume, con ayuda de la tecnología la agricultura está haciendo esfuerzos para optimizar este uso. En el campo, la difusión del riego por goteo, sensores de humedad de suelo, y sistemas de gestión por telemetría permiten reducir consumos hasta en proporciones significativas en cultivos de alto valor y se están convirtiendo en herramientas vitales para ahorrar agua y aumentar el rendimiento de los cultivos, haciendo la agricultura más sostenible y productiva.
En paralelo, cadenas productivas y grandes consumidores —incluida la minería— implementan circuitos cerrados, tratamiento de efluentes y optimización de procesos para minimizar descargas y reutilizar agua en fases menos críticas. La eficiencia no solo rebaja costos operativos: es una exigencia creciente de mercados y financiadores que vinculan acceso al crédito con prácticas sostenibles.
Para una agricultura sustentable la FAO viene promoviendo en América Latina la implementación de sistemas de riego eficientes y el manejo integrado del agua a nivel de cuenca para aumentar la resiliencia climática y garantizar la seguridad alimentaria
Reúso y reciclaje
Las plantas de tratamiento para reúso —para riego de parques, limpieza urbana, riego de áreas verdes y procesos industriales no potables— se multiplican. Reutilizar aguas tratadas reduce la presión sobre fuentes primarias y ofrece una alternativa confiable para usos que no requieren potabilidad. Los enfoques exitosos combinan estándares técnicos claros, sistemas de monitoreo rigurosos y campañas de comunicación para ganar la confianza ciudadana.
En Perú, muchas mineras han implementado diversas plantas de tratamiento de aguas residuales y usan tecnologías como lodos activados, reactores biológicos secuenciales, filtración convencional, y ósmosis inversa para tratar aguas residuales domésticas y mineras. Así, permiten el reúso del agua utilizada en actividades mineras para riego de áreas verdes o para el consumo en campamentos.
Minera Cerro Verde destaca por su sistema de reutilización en operaciones. Este esfuerzo es un ejemplo destacado en Arequipa por su sistema de tratamiento de aguas residuales que minimiza la extracción de fuentes naturales.
Todas estas iniciativas deben ser diseñadas para perdurar a pesar de las barreras que existen en la realidad peruana: escaso financiamiento público y/o privado, deficiente capacidad técnica y marcos regulatorios poco claros. La equidad del acceso al agua es prioridad.