El año 2023 fue testigo de un escenario caótico en la oferta mundial de cebolla fresca, debido a condiciones climáticas adversas que afectaron a los principales países productores. A pesar de las limitadas existencias en los mercados clave, los estándares de calidad no cedieron, generando un desafío para la producción peruana y otros exportadores. Lotes con calibres más pequeños y calidad inferior desafiaron las expectativas.
En este contexto, las cifras revelan que Perú exportó 259,419 toneladas de cebolla fresca por un valor de US$ 104 millones. Aunque significó una disminución del 14% en volumen y del 2% en valor, el precio FOB promedio alcanzó los US$ 0.4 por kilogramo, un 13% más alto que en 2022. A pesar del aumento de costos, no fue suficiente para compensar la reducción en el volumen exportado, exacerbando los desafíos de rentabilidad enfrentados desde la crisis de los contenedores en 2020.
La situación también impactó la dinámica internacional. Estados Unidos se mantuvo como el principal destino, enfrentando limitaciones en las existencias debido a retrasos en las campañas de abastecimiento por la escasez de lluvias. Aunque los precios mejoraron, la competencia en Europa redujo los envíos peruanos en un 24%. Europa emergió como un destino atractivo debido a la prohibición de exportaciones en Egipto y las caídas en la producción de España e Italia. Aunque los precios aumentaron, los volúmenes exportados hacia Europa experimentaron un incremento del 41%, convirtiéndose en la región mejor remunerada en 2023.
Los envíos hacia Latinoamérica se vieron afectados por la redirección de productos hacia Europa. Colombia, históricamente crucial para la cebolla fresca peruana, experimentó una reducción del 28% en los envíos, con un precio significativamente más bajo. En medio de estas complejidades, el desafío persiste para los productores, quienes deben adaptarse a la dinámica global en constante cambio.
