Para el decano de la carrera de Ingeniería Agroforestal de la Universidad Científica del Sur, Luis Quirós Rossi, la agricultura aún es percibida como una actividad relacionada al ámbito rural. “Esta percepción y el limitado acceso a nuevas herramientas tecnológicas, obstaculiza el crecimiento de los agricultores y genera un impacto negativo en la productividad y sostenibilidad de su labor. En consecuencia, pueden surgir problemas de disminución en el rendimiento de cultivos y el deterioro ambiental”, sostiene.
En esa línea, el decano enfatiza que la adopción de la tecnología es crucial para impulsar la industria. “La implementación de herramientas agrotecnológicas en el sector podría mejorar el rendimiento de los cultivos al permitir una planificación más precisa y una gestión eficiente de los recursos disponibles. La integración de estas tecnologías facilita la toma de decisiones basadas en datos y la capacidad de anticiparse a posibles problemas, lo que conduce a una agricultura rentable y productiva”.
En ese contexto, el experto de la universidad destaca las novedades tecnológicas accesibles que tienen el potencial de transformar la forma en que los agricultores trabajan y cultivan la tierra en nuestro país:
1) Agricultura vertical: Este método que implica cultivar las plantas verticalmente busca maximizar la utilización del espacio cultivado al aumentar la superficie disponible en el piso, permitiendo una mayor producción de vegetación en la misma área e incrementando la productividad hasta diez veces más. Actualmente, esta técnica es utilizada por empresas industriales debido a los costos asociados, y también centros de estudios de educación superior, como la Universidad Científica del Sur que ha implementado una propuesta de bajo costo para pequeños agricultores utilizando bambú como material principal.
2) Biochar: También conocido como carbón ecológico, es una alternativa basada en residuos verdes, como biomasa vegetal y/o animal. Puede ser empleada a modo de sustituto de los fertilizantes convencionales. Además, el uso de esta tecnología contribuye a la inmovilización de metales pesados en el terreno, evitando su absorción por parte de los cultivos y logrando así la mitigación del CO2. Actualmente, se utiliza en plantaciones de café y maíz en nuestro país.
3) Tecnología robótica y drones: Se presenta como una opción viable para las necesidades de precisión en la agricultura. Por ejemplo, disminuye la supervisión constante en el campo, optimiza la detección de plagas y permite una gestión continua de los campos, lo que a su vez mejora la productividad y la eficacia agrícola, y
4) Aplicaciones agrícolas: Tienen un rol fundamental en diversos aspectos de la agricultura, como el control de sistemas de riego, el registro de labores agrícolas y la gestión de tratamientos. Estas herramientas permiten una mejor supervisión a través de una app móvil, lo que resulta útil para optimizar el trabajo, aumentar la competitividad y mejorar la productividad. Además, el uso de tecnologías digitales facilita la conexión de las cadenas productivas entre los productores y el mercado. Un ejemplo de esto es Kusikuy, una aplicación promovida por el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, que permite el reparto a domicilio de productos cosechados por familias de agricultores, como cereales, café, olluco y otros.
Por otro lado, Luis Quirós Rossi resalta la importancia de que todas las personas involucradas en el sector, sobre todo, los especialistas en agricultura tengan acceso a una actualización continua. De lo contrario, no se aprovechará eficientemente los recursos, lo cual es crucial para reducir costos de producción.
“No basta utilizar la tecnología porque está disponible. Su implementación debe alinearse con los objetivos del negocio y con las necesidades específicas del agricultor. Un proyecto bien gestionado puede generar ingresos significativos y contribuir a la reducción de costos de producción y de personal. Además, el acceso a la educación ayudará a comprender los mercados y enfocarse en satisfacer demandas existentes. Esto no implica abandonar las prácticas tradicionales, sino adoptar enfoques más modernos y tecnológicos en la agricultura”, puntualizó.
