31 de julio de 2025

Panorama Agrícola de la UE en 2025: repunte en cereales y caída histórica en el vino

Panorama Agrícola de la UE en 2025 repunte en cereales y caída histórica en el vino

La agricultura de la Unión Europea (UE) muestra una notable fortaleza, pese a un entorno global complicado por tensiones geopolíticas, cambios en las políticas comerciales y una climatología cada vez más errática. En este escenario, se espera una evolución positiva en varios sectores clave, como los cereales, el aceite vegetal y el aceite de oliva. También se proyecta estabilidad en el ámbito lácteo y un panorama firme para la avicultura. Sin embargo, otros sectores, como el azúcar, el vino y algunas frutas, presentan perspectivas menos alentadoras.

Desde el punto de vista económico, la Comisión Europea prevé un crecimiento modesto para la UE, con un avance del 1,1 % en 2025 y del 1,5 % en 2026. Aunque estas cifras son inferiores a las estimaciones previas, hay señales de estabilización en el entorno macroeconómico. La inflación alimentaria sigue siendo más alta que la general (3,1 % frente a 2,2 % en mayo de 2025), pero algunos productos empiezan a registrar caídas de precios.

Los costes de producción agrícola han alcanzado mayor estabilidad recientemente, aunque siguen siendo altos en comparación histórica. La posible bajada del precio del petróleo podría aliviar a los productores, aunque las tensiones en Oriente Medio podrían alterar esta previsión. Además, la apreciación del euro frente al dólar ha abaratado insumos importados, lo que favorece la competitividad interna, aunque también encarece las exportaciones.

En cuanto a los cultivos herbáceos, la campaña 2025/26 se presenta prometedora. La producción total de cereales en la UE crecerá un 4,1 %, gracias a unas condiciones invernales favorables. Esto impulsará las exportaciones en un 26 % y reducirá las importaciones en un 19 %, fortaleciendo el balance comercial del sector.

Las oleaginosas también protagonizan un repunte, con un crecimiento del 12 % respecto a la campaña anterior. Este avance se debe al aumento en la superficie cultivada de colza y girasol, lo que se traducirá en una mejora del 6 % en la producción de aceite vegetal, disminuyendo la dependencia de importaciones. Por otro lado, los cultivos proteicos sufrirán una leve caída, aunque se mantendrán por encima de la media de los últimos cinco años.

En el caso del azúcar, tras un aumento del 6,5 % en 2024/25 debido a una mayor superficie cultivada, se anticipa una caída del 8 % en la próxima campaña. Esta reducción podría traducirse en un incremento de las importaciones para satisfacer la demanda interna.

Entre los cultivos especializados, destaca la recuperación del olivar. A junio de 2025, el precio del aceite de oliva ha bajado significativamente, reflejo de un repunte del 37 % en la producción tras dos años de sequía. Esta mejora podría estabilizar el mercado interno y facilitar la reactivación de las exportaciones. Por el contrario, la producción de vino alcanzará su nivel más bajo en dos décadas, afectada por condiciones climáticas adversas y el continuo descenso del consumo interno.

La evolución de las frutas es dispar. Se espera un descenso del 4 % en la producción de manzanas, con precios elevados debido a la escasez. Los melocotones y nectarinas caerán un 5,8 %, lo que impulsará las importaciones a niveles récord. En cambio, las naranjas crecerán un 4,6 % respecto a la campaña anterior, aunque buena parte de la producción se destinará a transformación. Por su parte, la producción de tomates industriales bajará un 2,6 %, mientras que la de consumo fresco se mantendrá estable pero aún por debajo de la media histórica.

En el sector de productos animales, se espera estabilidad en las entregas de leche durante 2025, apoyadas por buenas condiciones de pasto y una demanda constante. Los márgenes de los productores mejorarán ligeramente, aunque seguirán existiendo disparidades entre países. La producción de queso crecerá de forma moderada, y los precios de la mantequilla y la leche en polvo podrían mantenerse o incluso subir, según evolucione el equilibrio entre oferta y demanda.

En cuanto a la carne de vacuno, la oferta seguirá siendo ajustada debido a la reducción del censo ganadero, lo que mantendrá los precios altos y limitará las exportaciones. Las importaciones, en cambio, podrían aumentar para cubrir la demanda. El sector porcino experimentará una producción estable, respaldada por la demanda, aunque enfrenta retos sanitarios, normativos y ambientales que condicionan su expansión.

La avicultura crecerá un 1,8 %, impulsada por una sólida demanda comunitaria. Este aumento contribuirá a mantener precios rentables, aunque las importaciones podrían verse limitadas por problemas sanitarios en terceros países. En contraste, la producción de carne de ovino y caprino caerá un 2 %, lo que, junto con una demanda sostenida y precios altos, podría restringir las exportaciones y aumentar las importaciones.

Finalmente, el comercio agroalimentario de la UE afronta desafíos en un contexto internacional volátil. Las tensiones geopolíticas, los cambios en las políticas comerciales de grandes actores como Estados Unidos y China, y el endurecimiento normativo global añaden complejidad al panorama. Aun así, la resiliencia del sistema productivo europeo, la diversificación de mercados y la calidad de sus productos siguen siendo ventajas clave para preservar su competitividad.

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