Los pequeños y medianos agricultores peruanos atraviesan un momento de incertidumbre ante la reciente imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, su principal socio comercial agrícola. Cerca del 50% de las frutas, hortalizas y otros productos agropecuarios peruanos se destinan a ese mercado, generando más de un millón y medio de empleos directos e indirectos en el país.
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En 2024, las exportaciones agrícolas al gigante norteamericano sumaron US$ 4,440 millones, con un superávit comercial de US$ 3,650 millones. Sin embargo, el nuevo escenario arancelario está reduciendo la competitividad de los productos peruanos como café, aguacate, espárragos y arándanos, afectando especialmente a los pequeños productores, que operan con márgenes de ganancia de apenas entre 8 % y 10 %.
“El impacto es severo, los agricultores están viendo reducidos sus ingresos y en algunos casos se pone en riesgo la continuidad de sus operaciones”, advirtió Gabriel Amaro, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP). Según el economista Bernardo Cojal Loli, el alza de precios derivada de los nuevos aranceles disminuye la demanda en EE. UU., reduciendo el volumen de exportaciones y amenazando la estabilidad del sector agroindustrial.
El embajador peruano en Washington, Alfredo Ferrero Diez-Canseco, ha iniciado gestiones diplomáticas para lograr la exclusión o reducción de los aranceles, apelando al Tratado de Libre Comercio vigente entre ambos países. No obstante, reconoce que el impacto económico es asimétrico: “Un 10% de arancel no afecta a la economía americana, pero sí puede tener consecuencias graves en la nuestra”.
Frente a este contexto, los expertos coinciden en la necesidad de diversificar mercados hacia Europa, Asia y América Latina, así como de apostar por la innovación productiva. La diversificación de la oferta agrícola, la mejora en calidad y certificaciones internacionales —como comercio justo u orgánico— y la reducción de costos logísticos son estrategias clave para sostener la competitividad.
La nueva Ley de Promoción Agraria y el sistema drawback aparecen como herramientas para mitigar el impacto en los pequeños y medianos agricultores. Aunque el panorama es complejo, la combinación de políticas públicas efectivas y una mayor apertura de mercados puede ayudar a que el agro peruano mantenga su dinamismo y reduzca su dependencia del mercado estadounidense.
