La pitahaya peruana ha comenzado a seguir una trayectoria similar a la del arándano, destacándose como una de las frutas con mayor potencial en el mercado internacional. Hasta hace pocos años, su producción era reducida, pero ha experimentado un crecimiento explosivo en los últimos tiempos. Solo en el primer trimestre de 2025, las exportaciones de pitahaya superaron los US$1,5 millones, un incremento superior a 100 veces respecto al volumen registrado en el mismo periodo de 2022.
Durante los primeros tres meses del presente año, el Perú exportó 626 toneladas de pitahaya, cifra que representa un salto significativo respecto a las 4,3 toneladas enviadas en 2022 y que incluso supera el total de exportaciones realizadas en todo 2024 (422 toneladas). Los principales mercados de destino fueron España, que concentró el 56% de los envíos (352 toneladas), y el Reino Unido, con el 18% (88 toneladas). A pesar de este avance, la fruta aún enfrenta desafíos clave para consolidar su presencia global.
El despegue de la pitahaya como producto de exportación tiene sus raíces en una transformación productiva. Esta fruta, originaria de América Central y del Sur, comenzó cultivándose en la selva peruana para el consumo interno. Sin embargo, a partir de 2010, su siembra se trasladó a la costa peruana, donde encontró condiciones óptimas en los climas secos y suelos fértiles, facilitando su desarrollo comercial, según la Red de Estudios para el Desarrollo.
Actualmente, Lima, Lambayeque, Piura e Ica lideran la producción nacional de pitahaya, de acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). Esta fruta, valorada por sus propiedades antiinflamatorias y adelgazantes, ya ha llegado a 14 mercados internacionales, entre ellos Francia, Alemania y Países Bajos. Su versatilidad y creciente demanda respaldan el interés por seguir expandiendo su cultivo y comercialización.
No obstante, la pitahaya aún está lejos de alcanzar el impacto económico del arándano, que convirtió al Perú en el mayor exportador mundial en 2024 con 326.000 toneladas. Para avanzar en esa dirección, se deben superar retos como la falta de protocolos fitosanitarios con Estados Unidos y países asiáticos, que impide el acceso a estos mercados clave. Además, son necesarias mejoras logísticas y de infraestructura para preservar la calidad del producto, así como una estrategia comercial más sólida liderada por productores y el Estado, según ComexPerú.
Uno de los principales obstáculos ha sido la estacionalidad de la fruta, cuya cosecha solía limitarse a los meses entre enero y abril. Sin embargo, empresas agroindustriales como Pitahayas Baleno ya están aplicando tecnologías como iluminación LED —inspiradas en experiencias exitosas de Asia— para inducir la floración durante todo el año. Esto no solo garantiza una oferta continua, sino que también permite elevar el precio de venta durante los meses de menor disponibilidad.