La región San Martín enfrenta una seria amenaza ambiental: la deforestación y los incendios forestales están provocando la pérdida acelerada de cobertura boscosa, afectando directamente la biodiversidad, la disponibilidad de agua y la calidad de vida de las comunidades locales. Como respuesta a esta problemática, se ha puesto en marcha el proyecto Semilla de Vida Reforestadoras, una iniciativa que busca restaurar 50 hectáreas de ecosistemas degradados en la zona del Alto Mayo, especialmente en la faja marginal del puerto Juan Antonio, un área estratégica de la ciudad de Moyobamba.
Albina Ruiz Ríos, exministra del Ambiente y actual coordinadora de Servicios Intergubernamentales del Colectivo Moyobamba 500 Años, informó que se han sembrado y esparcido 6,500 semillas reforestadoras en esta zona. Estas semillas contribuirán a mejorar la salud del suelo y fortalecerán el crecimiento de las plantas nativas, en un entorno que también representa un atractivo turístico por su belleza natural y biodiversidad, como la famosa floración del guayacán amarillo.
Precisamente, esta especie —el guayacán amarillo— ha sido protagonista en la jornada de reforestación. Se trata de un árbol de gran valor ecológico y estético, que puede alcanzar hasta 20 metros de altura y cuya copa se llena por completo de flores intensamente amarillas, creando un espectáculo visual único. Además de su belleza, esta especie está bien adaptada a las condiciones locales, lo que garantiza su viabilidad y contribución al ecosistema.
La producción de estas «semillas de vida» combina técnicas de agroforestería con saberes tradicionales. Según explicó Ruiz Ríos, este enfoque permite mantener un control riguroso sobre el material vegetal, asegurando que se utilicen especies nativas y leguminosas que aporten beneficios reales al suelo y al ecosistema. Es una estrategia efectiva y económica que acelera el proceso de recuperación vegetal en zonas degradadas, promoviendo la restauración ecológica con criterios técnicos y culturales.
La restauración de los bosques, señaló Ruiz, no es solo una necesidad ambiental, sino también una tarea social y cultural. Los bosques proporcionan recursos vitales para las comunidades —como alimentos, agua y medicinas— y conservan una riqueza biológica invaluable. Por eso, este proyecto busca no solo regenerar el paisaje, sino también fortalecer los lazos comunitarios y promover un modelo de desarrollo sostenible. “La meta es clara: hacer de este país uno más justo, y de nuestro planeta, uno más habitable”, enfatizó.
A la jornada también se sumaron autoridades ambientales como Wilder Jhon Goicochea Colunche, director de Gestión Ambiental de la Autoridad Regional Ambiental (ARA), quien explicó en campo cómo las semillas esparcidas —especialmente las leguminosas— ayudan a iniciar la sucesión ecológica, aportando nitrógeno al suelo. José Flores Vargas, coordinador general del Colectivo Moyobamba 500 Años, destacó la importancia de recuperar la faja marginal del río Mayo, una de las principales cuencas del Alto Mayo y de la Amazonía peruana. Para ello, se trabaja en conjunto con varias entidades locales, con el objetivo de recuperar 17 hectáreas de bosque en los próximos cinco años.
