El Perú enfrenta una grave sequía que ha perdurado por más de un año, siendo una de las más extensas y severas de los últimos 50 años. Aunque se esperaba el inicio de la temporada de lluvias para este mes, los pronósticos indican la posibilidad de que ocurra lo contrario.
El Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) destaca que, hasta 2022, se identificaron 10 episodios de sequías severas en el periodo 1981-2018, siendo la de 1992 la más intensa hasta entonces, afectando 16 departamentos.
El inicio de la sequía el año pasado se atribuyó inicialmente al fenómeno La Niña y luego al fenómeno El Niño costero. Los últimos informes del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen) sugieren un aumento en las probabilidades de un fuerte El Niño global en el próximo verano, con un 42% de probabilidad de un fenómeno de El Niño costero fuerte y un 62% en el Pacífico central.
A pesar de que El Niño suele asociarse con lluvias intensas, también provoca sequías en el sur del país. Según el Sistema de Monitoreo y Pronóstico de Sequías Hidrológicas (OASIS) del Senamhi, el estrés hídrico persistirá y se extenderá a más regiones hasta al menos febrero de 2024.
El reporte de OASIS señala que, en noviembre, las probabilidades de sequía afectan a los ríos de Puno, Cusco, Huancavelica, Ucayali, Piura, Tumbes, Lambayeque y la zona sur y oriente de la región Loreto. Estas probabilidades se intensificarían en diciembre, incluyendo ahora a ríos de Apurímac y Moquegua.
A pesar de este sombrío panorama, no se han implementado obras de prevención y no existe un plan hídrico nacional para contrarrestar los efectos en el sector agrícola. La ministra de Desarrollo Agrario y Riego, Jennifer Contreras, reconoce la falta de un plan de afianzamiento hídrico y está buscando ayuda internacional, contactando con países desarrollados, la FAO y el Banco Mundial.
La sequía ha afectado significativamente la agricultura, disminuyendo un 20% las áreas de cultivo, según el presidente de La Convención Nacional del Agro Peruano (Conveagro), Anaximandro Rojas. Existe preocupación sobre el impacto continuo del El Niño global en el sector agrario, lo que podría reducir aún más la producción de alimentos, aumentar los precios y agravar la pobreza rural. A pesar de estas preocupaciones, se critica al Gobierno por no considerar al sector agrario como una actividad estratégica, a pesar de que el 51% del país enfrenta inseguridad alimentaria, según datos de la FAO.
