En las últimas tres décadas, el sector agroindustrial peruano ha experimentado un extraordinario crecimiento en los mercados internacionales. Desde exportar US$226 millones en 1994, las exportaciones agrícolas se proyectan superar los US$10.000 millones en 2023, representando un aumento asombroso de 44 veces. Este auge no solo ha transformado la economía, sino que también ha generado 527.000 empleos directos, constituyendo el 13.18% de los empleos formales del sector privado en el Perú. La Ley de Promoción Agraria, la disponibilidad de terrenos y la gestión eficiente del Senasa son factores clave que impulsaron este crecimiento, respaldados por la capacidad empresarial de visionarios que arriesgaron su patrimonio en la agroexportación.
Sin embargo, el sector enfrenta desafíos significativos desde el 2020. La pandemia, la derogación sin análisis previo de la Ley de Promoción Agraria durante el gobierno de Sagasti, y cambios laborales adversos han impactado la resiliencia del sector. La crisis de contenedores, la escasez de fertilizantes, la inflación mundial, la revaluación del sol y fenómenos naturales han exacerbado la situación. A pesar de estas adversidades, la industria sigue siendo crucial, transfiriendo aproximadamente US$9.000 millones (S/34.000 millones) a trabajadores, proveedores y al Estado, revelando un milagro económico en el campo.
Frente a estos desafíos, la nota destaca la incomprensible falta de voluntad del Gobierno para reactivar la inversión privada en este vital sector. La necesidad de abordar estos problemas de manera urgente se vuelve evidente, considerando el papel crucial que desempeña la agroindustria en la economía peruana y su capacidad para mantener un crecimiento sostenible.
