Cuando hace seis años decidieron dejar la caña de azúcar y reemplazarla por cultivos de agroexportación sabían que no sería fácil. Imaginaron un futuro de desafíos, pero nunca anticiparon una pandemia, una crisis financiera y complicaciones climáticas. Hoy, los directivos de Agrícola Cayaltí, a través de su subsidiaria, Inversiones Yarabamba, apuestan por el palto, la mandarina y, sobre todo, el arándano. A pesar de un año difícil debido a las altas temperaturas en el norte, confían en que las medidas adoptadas garantizarán una sólida producción en los próximos meses.
Augusto Cillóniz, gerente general de Agrícola Cayaltí, recuerda el momento en que el directorio tomó la decisión de dejar la caña de azúcar. Fue en 2018, cuando la empresa estaba en manos de Intipuquio S.A. La hacienda, situada en el Valle de Zaña, en la región Lambayeque, estaba sumida en la parálisis productiva. Con apenas 1.000 hectáreas de caña en mal estado, la empresa enfrentaba desafíos financieros y de infraestructura. Sin embargo, vieron el potencial y se lanzaron a una transformación radical.
Los cambios no fueron fáciles. La modificación del sistema de franja de precios del gobierno y la caída del precio del azúcar representaron golpes inesperados. Pero en 2018, el directorio tomó una decisión audaz: dejar la caña y apostar por cultivos rentables. Surgió así la visión de la agroexportación. A través de Inversiones Yarabamba, la empresa accedió a fondos internacionales para cultivar palto, mandarina y arándano, productos de alta demanda en el mercado internacional.
