El 2023 marcó un hito desafiante para la agricultura peruana, registrando su peor desempeño en más de treinta años, con una caída del 4.1% en la producción agrícola debido a los efectos climáticos adversos. Ante este panorama, los proyectos de riego emergen como una alternativa vital para revitalizar el sector y recuperar su dinamismo previo a la pandemia. Sin embargo, un análisis del Instituto Peruano de Economía (IPE) advierte que la ejecución de estos proyectos se encuentra estancada, lo que pone en riesgo el milagro agroexportador del país.
Los proyectos de riego, identificados como pilares para el impulso agrícola, han enfrentado numerosos obstáculos en su implementación. A pesar de la priorización de cuatro proyectos importantes en el Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad en 2019, con una inversión considerable, la realidad es desalentadora. La suspensión de la construcción de la Presa Ancascocha y la paralización de megaproyectos como Chavimochic III, Majes-Siguas II y Vilavilani II son muestras tangibles de esta situación crítica.
La situación de estancamiento no es nueva ni aislada. Proyectos como Chavimochic III, que iniciaron su construcción hace más de una década, han enfrentado contratiempos significativos. Datos de entidades como el Ministerio de Economía y Finanzas y la Contraloría General de la República revelan que, hasta diciembre de 2023, había 255 proyectos de riego paralizados en todo el país, evidenciando una problemática extendida. La falta de recursos financieros y los incumplimientos contractuales representan los principales desafíos que obstaculizan el avance de estos proyectos, amenazando el potencial de expansión agrícola y el bienestar de los productores en las regiones afectadas.
