abril 26, 2024

Contando la historia: Origen e historia de la berenjena

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La berenjena es una hortaliza originaria de la India, donde se cultivaba dos mil años antes de Cristo. Posteriormente se expandió el cultivo y consumo de este alimento a China y Birmania. Su nombre científico es Solanum melongena.

Pedanio Dioscórides, farmacólogo, médico y botánico de la Antigua Grecia, ya habla de sus propiedades en su tratado de botánica médica del siglo I. Los latinos la llamaron mala insana porque, según ellos, la berenjena alteraba al hombre y le predisponía a la lujuria, por eso fue también conocida como amoris poma.

En el mundo clásico no se hizo gran estima de ella por ser de gusto insípido y tener poca sustancia: A su vez (erróneamente) se dijo que la berenjena entristece el ánimo y da a quien la come dolor de cabeza y pone el rostro de su propio color morado o verde oscuro

España fue el primer país occidental en hacer uso culinario de la berenjena. Fueron traídas por los árabes, y hay constancia de su cultivo en las huertas levantinas y andaluzas en la alta Edad Media.

También a Sicilia y sur de Italia llegó por entonces. El poeta árabe medieval Ibn Sara As-Santarini (1043-1123) comparaba poéticamente esta hortaliza con “un rojo corazón de cordero entre las garras de un buitre”, en alusión a esa especie de caparazón verde por el que la berenjena se adhiere a la planta.

En España era popular en la Edad Media, en que ya lo era en el imperio Bizantino en una época en que la gastronomía bizantina era la más sofisticada del mundo. También era un plato exquisito en las elaboradas mesas de la civilización persa.

Como debes imaginar, la berenjena se introdujo en América por los Españoles en la época de la colonización. Trasladando su cultivo y las diferentes formas de prepararla para su consumo. Con el paso de los años, naturalmente, los habitantes del nuevo continente fueron adaptando esta hortaliza a su gastronomía.

Sea como fuere, la berenjena se conoció en Europa a través de España: los franceses no la descubrieron hasta el siglo XVII. En España la berenjena ya era popular en el siglo XVI.

No solo era popular su consumo sino también su aspecto grotesco, que servía de término de comparación con personajes ridículos. Por ejemplo, cuando el autor Miguel de Cervantes (1547-1616) recurre a un nombre ridículo, el de Cide Hamete Benengeli, como autor morisco de su crónica quijotesca, a Sancho Panza se le antoja ser un nombre derivado de la berenjena, hortaliza de aspecto ridículo que era de consumo en La Mancha a finales del siglo XVI.

En el teatro, y a pesar de su consumo, la berenjena salía malparada en el refranero, donde a menudo equivale a cosa sin sustancia: “La berenjena, para nada bueno suena”. Solía ser citada en escena.

Los toledanos del siglo XVI y XVII tuvieron fama de gente muy aficionada a las berenjenas, tanto que se les puso el apodo de “berenjeneros”. En la loa de la comedia de Luis Vélez de Guevara, La hermosa Raquel, al hablar de ocupaciones necias se habla de ‘llevar agua al mar, plata al Perú, hierro a Vizcaya, aceitunas a Sevilla o berenjenas a Toledo”.

Y a mediados del XVI, el médico del emperador Carlos V, Andrés Laguna, habla de los extensos cultivos de berenjenas que había en Toledo, donde incluso se hacía conserva de esta hortaliza siguiendo la tradición y gusto morisco y judío.

Mateo Alemán (1547-1614) da a entender en su obra Guzmán de Alfarache (1599) que en Toledo el gusto por las berenjenas pertenecía tanto a la gente de alta alcurnia como al pueblo llano. Baltasar del Alcázar (1530-1606), poeta festivo sevillano del siglo XVI, el famoso autor de La cena jocosa, escribe en alusión a la berenjena en almodrote: “Tres cosas me tienen preso de amores el corazón: la bella Inés, el jamón y berenjenas con queso”. No sorprende que el refranero diga: “Berenjenas con queso, saben a beso”.

Pero a pesar de eso fueron populares a juzgar por la cantidad de recetas con berenjena que circulaban. Roberto de Noia, cocinero de Fernando II de Nápoles a finales del XV, menciona en su Libro de Guisados: “Berengenas en cazuela, berengenas espesas, berengenas a la morisca, en cazuela moxí, en escabeche, con arroz”.

Recetas que se mantenían en los siglos de oro y llegaron al colmo de la popularidad en el siglo XVIII, en que se empezó a hablar de las berenjenas rellenas preparadas de muchas formas.

La fama de lugares como Toledo o Almagro se ha perpetuado en la fraseología. En alusión a la ciudad manchega existe el dicho alusivo a la extravagancia de llevar a un lugar lo que en ese lugar se produce con abundancia: “llevar berenjenas a Almagro”, acción propia de necios como lo sería llevar agua al mar o lechuzas a Atenas, que dijeron los clásicos.

La frase alude a cierto pobre hombre de Olmediana que ignoraba que en Almagro hay gran cosecha de berenjenas, y llevó allí a vender dos carros llenos de ellas, siendo la risión de todos, y quedando el hecho como ejemplo de lo que no debe hacer un comerciante.

Existió una distinción honorífica llamada por el pueblo Orden de la Berenjena principios del XIX. Fue creada durante el reinado espurio de José I Bonaparte (1768-1844). Para hacer posible el proyecto urbanístico que dio lugar a la Plaza de Oriente en Madrid, José I mandó derribar manzanas de casas, travesías y callejones, iglesias y palacetes. Y para llevar a cabo sus planes consultó con su amante, la marquesa de Montehermoso, a cuyo marido, consentidor y sufrido condecoró con el Gran Cordón de la Orden Real de España, y como el cordón del que colgaba la distinción era morado el pueblo llamó a aquello Orden de la Berenjena.

Respecto a la etimología de la palabra berenjena, Sebastián de Covarrubias (1539-1613) recoge en su Tesoro de la lengua castellana (1611) la opinión del arabista Diego de Urrea que dice: “del árabe beden = cuerpo y gianum = malo, por su calidad de engendrar melancolía y despertar malos deseos”.

Pero es una etimología equivocada. El término berenjena procede del persa badingana, y es voz de aparición tardía en castellano, en el Cancionero de Juan Alfonso de Baena( 1445). En inglés se llamó eggplant por su parecido con el huevo, y guinea squash por su parecido con la calabaza de Guinea. El francés aubergine procede del catalán albergínia, albergina, adaptación de la palabra árabe al badingana.

19-11-18

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