abril 26, 2024

La tierra, el sumidero de carbono del planeta

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La superficie terrestre, incluidas las montañas, colinas, mesetas y llanuras, proporciona servicios vitales, como oxígeno, alimentos y agua, que son esenciales para la vida. Además, la tierra alberga gran parte de la biodiversidad del planeta.

La tierra “desempeña una función fundamental en el sistema climático”, puesto que actúa como un sumidero de carbono, ya que sus superficies, como los bosques, regulan la temperatura del planeta y ayudan a almacenar el carbono. Solo en la última década, los ecosistemas terrestres absorbieron alrededor del 30 por ciento de las emisiones de carbono producidas por las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles.

No obstante, nuestra tierra está sometida a una presión cada vez mayor debido a la deforestación, la urbanización, el desarrollo industrial, la expansión de la agricultura y las prácticas agrícolas insostenibles, que están socavando su capacidad para sustentar la producción de alimentos, mantener los recursos de agua dulce y forestales, así como para regular el clima y la calidad del aire.

Además, el cambio climático agrava, a su vez, la degeneración de la tierra a través de la sequía, la desertificación y otros fenómenos meteorológicos extremos que aumentan en frecuencia e intensidad a medida que el planeta se calienta.

El estado de nuestra tierra

En la actualidad, se ha deteriorado hasta el 40 por ciento de la superficie terrestre del planeta, incluidos el 30 por ciento de las tierras de cultivo y el 10 por ciento de los pastos.

En los últimos cincuenta años, la superficie de zonas áridas en situación de sequía ha aumentado una media de más de un 1 por ciento al año, lo que ha afectado, sobre todo, a países de África y Asia. Si continuamos abusando de nuestra tierra, para el año 2050 se habría deteriorado una superficie tan grande como el tamaño de Sudamérica.

Tierra y cambio climático

¿Cómo afecta el deterioro de la tierra al cambio climático? El deterioro de la tierra disminuye la capacidad del suelo para almacenar carbono. Además, cuando se talan o queman los bosques, se libera el carbono que han almacenado. Un informe de las Naciones Unidas de 2018 reveló que la deforestación, por sí sola, representaba alrededor del 10 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el ser humano.

Entre 2000 y 2009, las emisiones anuales de gases de efecto invernadero procedentes de tierras degradadas representaron hasta 4400 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2); si se comparan, se considera que las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía alcanzarán su nivel más alto en 2021, con 36 300 millones de toneladas.

A medida que el planeta se calienta, los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías más largas e intensas, lluvias más fuertes que provocan inundaciones y desprendimientos, así como tormentas tropicales más frecuentes e intensas, empeoran la degeneración de la tierra.

El IPCC advierte que las sequías provocarán la erosión del suelo y la reducción del rendimiento de las cosechas, mientras que las inundaciones y los desprendimientos de tierra pueden destruir las tierras agrícolas y las infraestructuras. Del mismo modo, las tormentas tropicales pueden arrancar árboles y dañar los cultivos.

Las olas de calor han provocado en las últimas décadas importantes pérdidas agrícolas, incluso en los principales graneros del mundo, con importantes consecuencias para la seguridad alimentaria mundial.

Asimismo, el cambio climático provoca un aumento del nivel del mar, lo que causa inundaciones y erosión en las costas con graves repercusiones económicas, sociales y medioambientales en países y comunidades de todo el mundo, y los científicos advierten que estos impactos se agravarán en el futuro.

Sin los esfuerzos para restaurar y proteger la tierra, para 2050 se emitirían casi 70 gigatoneladas más de carbono debido al cambio en el uso de la superficie terrestre y la degradación del suelo, lo que representa, aproximadamente, el 17 por ciento de las emisiones anuales actuales de gases de efecto invernadero.

Cambios en la forma de utilizar la tierra

La buena noticia es que existen formas de corregir el deterioro de la tierra. Una de ellas es la restauración, que incluye la agroforestería, la gestión de pastos y la regeneración natural asistida, así como la protección de zonas importantes para la biodiversidad y el suministro de recursos naturales como el agua.

Las prácticas de gestión sostenible de la tierra, como el uso de sistemas de riego más eficientes y la rotación de cultivos, pueden proteger los ecosistemas y las comunidades que dependen de ellos, así como ayudar a regular los patrones climáticos locales, mejorar la calidad del agua y proteger la biodiversidad.

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