El 15 de noviembre, Perú celebra el Día Nacional de la Vicuña, rindiendo homenaje a este camélido sudamericano que encarna la esencia de la tierra peruana. Con una estatura de 1.80 metros y un peso de 40 a 50 kilogramos, las vicuñas son más pequeñas que otros camélidos, pero su pelaje beige o marrón claro rojizo destaca en los altiplanos a más de 3,200 metros sobre el nivel del mar. Estas herbívoras, presentes en diversas regiones, desempeñan un papel crucial en la biodiversidad peruana.
La fibra de la vicuña, con solo 15 micrones de diámetro, es una de las más finas del mundo y protege al animal de las inclemencias del clima. Aunque enfrenta amenazas como la caza furtiva, la pérdida de hábitat y la competencia con animales domésticos, el Perú se destaca internacionalmente en la recuperación y conservación de esta especie.
A pesar de su estatus como especie amenazada, la colaboración ciudadana, instigada por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre, es esencial para preservar a la vicuña.
El delicado equilibrio de la biodiversidad se ve amenazado por fuerzas como el cambio climático y la degradación del hábitat, pero el Decreto Supremo N° 004-2014-MINAGRI prohíbe cualquier actividad ilegal relacionada con la vicuña. Con 331 organizaciones campesinas autorizadas para su manejo, el país se enorgullece de su éxito en la conservación de este símbolo nacional.
En este día de conmemoración, la reflexión se centra en la importancia de concientizar sobre la vicuña, abogando por su resguardo y denunciando cualquier amenaza para garantizar su supervivencia.
