El creciente renombre de la gastronomía peruana en el ámbito internacional ha sido impulsado en gran medida por la diversidad y riqueza de sus cocinas regionales. En este contexto, la culinaria arequipeña emerge como una protagonista indiscutible, conquistando paladares y atrayendo la atención de expertos y aficionados por igual. La ciudad, ubicada a 630 millas al sureste de Lima y enmarcada por tres imponentes volcanes, se alza como un epicentro de sabores únicos, fusionando influencias indígenas y españolas en cada bocado.
La afirmación de National Geographic sobre Arequipa como “la nueva Meca de la gastronomía del Perú” resuena con la realidad que se vive en la segunda ciudad más grande del país. A pesar de que Lima ostenta restaurantes de renombre mundial, muchos peruanos eligen Arequipa como destino para disfrutar de una experiencia culinaria inigualable. La ciudad blanca ofrece una cocina mestiza que celebra la tradición, en contraposición a la innovación valorada en la capital.
El corazón de la escena gastronómica arequipeña late en las picanterías, establecimientos tradicionales que han sido custodios de la identidad culinaria de la región. Sin embargo, este legado se ve amenazado por el paso del tiempo y la pérdida de estas icónicas instituciones. Aunque en el siglo XIX Arequipa albergaba miles de picanterías, hoy apenas quedan unas pocas, lo que pone en peligro un patrimonio cultural invaluable.
La presencia femenina en la gastronomía arequipeña es un aspecto destacado que merece atención. Las picanteras, mujeres que han mantenido viva la tradición culinaria de generación en generación, son ahora símbolos de empoderamiento y resistencia. Sin embargo, el futuro de este legado cultural enfrenta desafíos, ya que las nuevas generaciones muestran menos interés en seguir con la tradición familiar. En este contexto de cambio y evolución, emprendimientos como “Victoria: Picantería Democrática” representan un intento por fusionar la tradición con la modernidad, asegurando que las picanterías no solo perduren, sino que prosperen en el futuro.
